El área de Abasto de la ciudad de Buenos Aires se ha desarrollado históricamente con un carácter abierto de su trama urbana donde la calle, la esquina o la plaza fueron instrumentos cívicos de cohesión social. Sin embargo, en las últimas décadas se han instalado procesos que rompen esos patrones de crecimiento -como en toda la ciudad- mediante enclaves fortificados que encapsulan actividades, fragmentan territorios y expulsan población.
En este marco, hemos elaborado una propuesta de intervención basada en un proceso colectivo que tiende a resignificar al espacio público para prácticas solidarias. Se trata de la implementación de un “Parque Social”, a modo de red de nodos urbanos de inclusión que establece lazos de contención, fortalece relaciones de vecindad, ofrece nuevas oportunidades a la comunidad y busca recuperar valores sociales en pugna.
Procesos recientes de segregación
En las dos últimas décadas se ha instalado en la ciudad de Buenos Aires un proceso de aguda polarización de su trama urbana. La aparición de inversiones inmobiliarias de gran escala combinada con el estímulo hacia el englobamiento y conformación de grandes parcelas, entre otras disposiciones fomentadas por la normativa urbana vigente, subvirtió los patrones tradicionales de crecimiento a partir de la generación de enclaves fortificados que encapsulan actividades, fragmentan territorios y segregan población. Es así como comenzaron a constituirse los “parques cerrados”.
De modo que se observa el surgimiento de una “nueva pobreza” que se sumó a la pobreza tradicional de las zonas degradadas de la periferia y del interior de la ciudad consolidada. Asimismo, los sectores altos buscaron “refugio” en fortificaciones amuralladas de los suburbios de la ciudad –los “barrios cerrados”, los country clubs, los clubes de chacras–, o bien en desarrollos urbanos verticales –las “torres country”–, en las zonas tradicionales de la ciudad consolidada.
Efectivamente, si bien se observa la bunkerización de territorios, con alta seguridad y aislamiento, también la trama abierta de la ciudad se desarticula, se desdibuja y rompe los criterios que históricamente la consagraron como tal. Estas nuevas lógicas generan la ruptura de las estructuras sociourbanas sedimentadas a través del tiempo, la degradación cualitativa de las preexistencias y el incremento de las demandas de movilidad por medios privados.
La crisis argentina de finales de 2001 produjo un fuerte cambio de estado y sentido en las diferentes formas de manifestación popular y de apropiación del espacio público. La ciudad de Buenos Aires se constituyó en el epicentro de los estallidos sociales a escala nacional. La calle fue tomada por la ciudadanía como espacio resignificado para prácticas deliberativas y solidarias, así como también para vandalismo y desobediencia urbana. En este contexto de ebullición social emergió un nuevo escenario para el espacio público.
A partir de 2003 la ciudad de Buenos Aires inició un camino de desactivación progresiva de dichas prácticas que se fue replicando en el resto del país. Las acciones y movilizaciones sociales fueron perdiendo fuerza efectiva. Es así como cierta estabilización de las variables de la economía local colaboraron, entre otros factores, con la merma de parte de la actividad de los cartoneros, la desarticulación de los clubes de trueque –sumada a otras razones de ejecución interna–, la desactivación de las asambleas barriales –a partir de diversas instancias de negociación con los ahorristas perjudicados- y la salida de las calles de los grupos piqueteros –en la medida que algunos grupos fueron sumados a fuerzas políticas tradicionales–.
Transcurridos cinco años de aquella crisis institucional, surgen en el campo cultural argentino nuevas interpretaciones vinculadas a la actualidad del concepto espacio público, en medio de su recurrente aparición en primer plano tanto por los efectos de la divulgación de las acciones de renovación de aceras, embellecimiento y vallado de áreas verdes –la elevación del concepto a la figura de ministerio en el gobierno local es otro dato relevante, así como por las numerosas programaciones de actividades culturales al aire libre–.
Dificultades y oportunidades
Definida como “recipiente conceptual” por su capacidad de conexión de esferas tan diferenciadas como la ciudad, la política o la sociedad, la categoría de espacio público resulta ser en estos años –“entre la crisis y el boom turístico e inmobiliario”– la depositaria de una variada cantidad de discursos de muy diversos orígenes y campos de interés. Sin embargo, y más allá de las posibles definiciones del concepto, el espacio público sigue constituyendo el lugar de la expresión de los conflictos y disputas sociales, contra todos los intentos de representación de la transformación urbana.
La problemática de los centros históricos como Abasto se ha convertido en un tema central de debate en las políticas urbanas de las ciudades latinoamericanas. Algunos de sus componentes de degradación y deterioro que sufren lo constituyen: la pauperización creciente de los estratos sociales menos favorecidos, el ajuste económico que reduce las políticas sociales, la privatización de servicios que retrae la presencia del Estado nacional, la tensión establecida entre riqueza histórico-cultural y pobreza económico-social. Esto acentúa el carácter contradictorio que ostentan los centros históricos: el par polar establecido entre preservación y desarrollo.
En consecuencia, surgen como principales problemas a resolver en Abasto los siguientes: (a) cómo encauzar las sinergias del lugar hacia un horizonte común, deseado y legitimado, definiendo una estrategia de actuación que proporcione un modelo de gestión del territorio; (b) cómo asegurar la viabilidad de las propuestas, identificando los recursos para su ejecución e involucrando a los responsables de la toma de decisiones; y (c) cómo desarrollar asociaciones participativas significativas público-privadas, que involucren a todos los agentes sociales de la comunidad local.
El área de Abasto en Buenos Aires debe interpretarse como un barrio histórico, luego de la pérdida de las funciones de centralidad que le dieran origen. El área inició hace unos años un ciclo de revitalización a partir de la operación de reciclaje del viejo mercado. Ha transitado un camino por el que atravesó desde un estado de abandono absoluto hasta una incipiente transformación en centro de atracción turística. Sin embargo, aún conviven graves conflictos de inseguridad, marginalidad, clandestinidad y degradación que requieren el aporte de ideas y estrategias de gestión que impulsen su compleja reconversión.
En los avances alcanzados por los diversos procesos de recuperación y revitalización de los centros históricos se constata que para su sustentabilidad ambiental, social, cultural y económica, es necesario desarrollar planes, programas y proyectos de carácter integral y participativo, con los cuales se vayan generando principios y pautas comunes de acción. Con lo cual, en el particular caso de Abasto se plantearon diferentes campos a trabajar:
● Estrategias de valoración: reconocer al patrimonio cultural del área como fuente de desarrollo y acervo potencial de la identidad colectiva de la ciudad. Con lo cual, se deben atender problemáticas estructurales tales como: degradación del patrimonio, despoblamiento y desempleo, privatización de espacios públicos, tugurización y pobreza extrema, pérdida y/o relegamiento de su centralidad, ausencia de políticas de rescate, déficits en los procesos de gobernabilidad, falta de conciliación de intereses entre la población residente y la población “flotante”.
● Estrategias de intervención: desarrollar nuevas modalidades de intervención y tratamiento integral del área, que lo afiance como centro “vivo” de la ciudad, como inductor de la acción concertada de los actores públicos y privados para lograr la sustentabilidad de su rehabilitación y valoración. Esto implica políticas de “alivio” y superación de la pobreza, mejora de las condiciones de habitabilidad, preservación del medioambiente, democratización de la gestión pública, y respeto y tolerancia de las identidades étnico-culturales, y recuperación de la centralidad.
● Estrategias de administración: la preservación y revitalización del área por la complejidad de su problemática, con una visión integral que los interprete e inserte como parte del sistema urbano en su conjunto. Esto implica la conformación de un marco jurídico que asigne responsabilidades y competencias de actuación, y asegure la puesta en ejecución de mecanismos de gestión eficientes que incluyan la participación y concertación ciudadana. Involucra, además, el desarrollo de mecanismos de financiamiento y promoción de la inversión pública, privada y mixta.
● Estrategias de recuperación: la crisis por la que atraviesa el área en los centros históricos compromete la calidad del hábitat. Con lo cual, se requieren políticas y programas que promuevan la renovación urbana, la destugurización, la recuperación ambiental, la seguridad ciudadana, la generación de oportunidades de empleo, la participación vecinal y ciudadana, el fomento de los vínculos de solidaridad y reciprocidad entre los diversos actores, y la consolidación de los espacios multiétnicos y pluriculturales que hacen a los centros ámbitos vivos abiertos a la creatividad y diversidad.
Sin dudas, en estas estrategias planteadas se instala al gobierno local como un fuerte actor, para coordinar e implementar políticas de desarrollo. Y en función de las posibilidades y factibilidades de operatividad del presente proyecto en la coyuntura política descripta, hemos considerado la posibilidad de establecer una propuesta de construcción de una red ciudadana identificada con Abasto, cuya voluntad de ejecución no esté sujeta ni dependa de las alternancias políticas ni de manejos departamentales. En virtud de ello, se buscó articular a diversos actores de la población local -habitualmente enfrentados o no necesariamente cohesionados entre sí-.
Uno de los principales problemas de orden físico del área es la carencia de espacios públicos y áreas verdes. Por otra parte, el barrio dotado tradicionalmente del mayor circuito del teatro independiente de Buenos Aires (hasta hace un par de años sumaban veintidós), ha comenzado a verse disminuido en número por el cierre de salas que no han podido adaptarse a las medidas de seguridad requeridas luego de la catástrofe de Cromañón. Si es el espacio público un “recipiente conceptual” tal como se lo ha definido, también representa por ese medio y por esa figura, el ámbito donde poder encontrar los puntos de encuentro necesarios, en beneficio de la coexistencia y la mutua potenciación de las acciones.
La construcción del ‘Parque Social’
Con el propósito de ofrecer respuesta a esta multiplicidad de factores en juego, comenzó a tomar forma un plan de acción que busca: por un lado, generar una unidad de gestión territorial permanente y, por otro, construir un sistema de nodos de contención social para las familias del barrio y de promoción cultural alternativo a los circuitos tradicionales. De esta manera toma forma el “Parque Social Abasto”, que recupera las preexistencias identitarias e instala a la comunidad local como protagonista de la transformación local.
La primera experiencia concreta destinada a generar nodos de inclusión en áreas de segregación se desarrolló recientemente en el Barrio La Estrella del municipio de San Miguel –en el segundo cordón metropolitano de Buenos Aires–, y se denominó “Parque Social”. Su objetivo fue organizar a la comunidad local para que sea capaz de recuperar por sí valores sociales en pugna, tales como: competitividad y cooperación; solidaridad y compromiso; seguridad y recreación; formación y trabajo; futuro y presente.
Para revertir la situación crítica del barrio se propuso la recuperación de un terreno baldío adyacente para emprender allí diversas actividades de contención que permitan la reinserción de los jóvenes en el sistema educativo, la generación de herramientas de acceso al empleo y el desarrollo de microemprendimientos que potencien las capacidades locales. De este modo la población local construyó un rumbo deseable y puso a prueba las habilidades de gestión adquiridas por los vecinos.
Luego de un par de años de trabajo en el área de Abasto a través de instancias de participación efectiva en las redes sociales y culturales de la zona, y del aporte académico conseguido con la formación de grupos de alumnos y miembros representativos de la comunidad local, trabajando tanto dentro de la estructura de grado de Arquitectura como en la extensión universitaria a través de un programa de investigación, se ha comenzado a ejecutar el “Parque Social Abasto” como pieza central de la etapa de implementación de la investigación en curso.
El proyecto de Parque Social se constituye entonces como un dispositivo articulador de las diferentes iniciativas dispersas, a partir del aprovechamiento de los recursos existentes en el Abasto con la finalidad de la multiplicación de las áreas de uso público en la diversa oferta de espacios y núcleos privados e instituciones. En todos los casos se busca favorecer un sentido unitario para el proceso, enlazando al conjunto de las tareas a partir del cumplimiento de un objetivo central tomado como denominador común: la ampliación física y la mejora cualitativa del uso del espacio público y la conformación por ese medio de un sistema
abierto de cohesión social.
Las lógicas de implementación
Desde el punto de vista de la implementación del proyecto, se ha emprendido una serie de fases concatenadas. La primera consiste en la reunión de los diferentes grupos, instituciones e individuos participantes a través de encuentros programados. En ellos cada uno de los integrantes de la red expresa sus actuales proyectos en marcha, las ideas y propuestas nuevas que aportar así como disponibilidades y posibilidades concretas para facilitar sus instalaciones edilicias, terrenos, tiempos y otros recursos de orden físico, para ser incluidos en el nuevo mapa barrial y/o convertirse en recursos para proyectos de nuevos integrantes de la red.
Seguidamente se trabaja sobre aquellas iniciativas que aún no cuentan con financiamiento cierto, a fin de encauzar su grado de factibilidad. Eso está ocurriendo en concreto con el proyecto de un circuito teatral –una experiencia de teatro callejero a lo largo del barrio–, desarrollado de manera conjunta entre una compañía de teatro independiente y empresarios del sector turístico; que está en la búsqueda de una línea de subsidios del área de cultura del Gobierno de la Ciudad. De todos modos, la mayoría de los proyectos en marcha prevén su autofinanciamiento.
Las fases posteriores tienen que ver con la preparación del entorno y herramientas que sustentan el proceso. Esto implica la elaboración de un mapa que permita visualizar todos los componentes de la red y sus ofertas. Una herramienta complementaria es la confección de un sitio en Internet que facilite trabajar en conjunto con el mapa como una suerte de agenda local del espacio público, una línea de tiempo que maneje grados de flexibilidad mes a mes para realizar las programaciones respectivas. Podrán entonces exponerse los diferentes eventos en diferentes áreas de interés, a la vez que podrá identificarse en el mapa la variación de la figura dinámica que tomará a lo largo del tiempo el Parque Social.
Se enlazan así eventos de las asociaciones civiles, de los teatros y centros culturales, de la red de instituciones sociales, de grupos de vecinos, de artistas y de las universidades, de manera de formar una red más amplia que permita la multiplicidad de actores, a la vez que articule las actividades y agendas en un único espacio de visualización, como así también la de otras iniciativas que impulsen el mejor aprovechamiento del espacio público de la ciudad.
Las actividades puestas en marcha son: escuela de fútbol para niños, apoyo escolar, apertura y visita a talleres de artistas de la zona, el circuito turístico teatral, la cumbre de juegos callejeros, festivales de música popular, talleres de capacitación, foros de discusión, seminarios sobre el parque social, atención psicológica, entre otras.
A partir de tareas de relevamiento sociourbano se logró en una primera instancia desarrollar una mirada diagnóstica del sitio. Seguidamente, se construyó una modelización teórica que pretendía generar redes de contención social, a partir de los problemas detectados. A continuación, mediante talleres participativos de discusión, se validó la iniciativa con la comunidad local; y tal propuesta se encuentra en implementación.
Desde esta perspectiva, el proyecto del Parque se instala como herramienta capaz de aportar una posibilidad efectiva de articulación social y de reconfiguración urbana. Dado que se trata de un sistema abierto e inclusivo, representa de la manera más horizontal posible las relaciones entre los diferentes actores sociales por fuera de estructuras jerárquicas y que expone su confianza en la sociedad civil.
A modo de conclusión, en las tradicionales áreas consolidadas que atraviesan agudos procesos de fragmentación, que acentúan los problemas de exclusión y de segregación social, mediante tan aisladas como pequeñas iniciativas locales, han comenzado a surgir nodos urbanos de inclusión. De modo que, frente a un crecimiento diferencial de la ciudad, resulta relevante sostener, consolidar y reproducir esta incipiente experiencia de parques sociales, que tienden redes de contención, que fortalecen relaciones de vecindad, que ofrecen nuevas oportunidades a la población y que permiten recuperar valores sociales en pugna.
© Guillermo Tella y Gustavo Diéguez