Buenos Aires exhibe un fuerte contraste entre centro y periferia, que puso de manifiesto la presencia de determinados patrones característicos de una inserción aguda a un sistema global de ciudades, tales como: la destrucción de tejidos fabriles e industriales, la construcción de ámbitos destinados a la expansión de la economía financiera, el desarrollo de nuevas tipologías edilicias residenciales, nuevas formas de distribución comercial sustentadas en el uso del automóvil particular, la aparición de nuevas modalidades de “comercialización del ocio” en las periferias, la inversión en estructura viaria para dinamizar los desplazamientos y, como contrapartida, el incremento de los asentamientos precarios y de los niveles de violencia urbana. Asimismo, se ha evidenciado en la última década un crecimiento dicotómico como resultado de una “modernización” acelerada, tardía respecto de sus modelos centrales de referencia: por un lado, una acentuada concentración de la riqueza en determinados sectores sociales y, por otro, un empobrecimiento extremo, ante la incapacidad de absorción de fuerzas de trabajo por parte de la industria urbana.
De este proceso diferencial se advierte que: mientras una parte del territorio metropolitano es objeto de inversión en equipamientos e infraestructuras de todo tipo —exhibiendo fastuosamente los efectos de una economía urbana integrada al sistema global—, la otra parte no es convocada para ello. Espacialmente, se evidencia en el surgimiento de espacios estratégicos reestructurados, debido a una fuerte concentración de inversiones de capital, así como amplias áreas residuales del modelo, ámbitos en los que se manifiesta un cierto abandono debido a que no resultan de su interés.
Esta situación se traduce en la formación de verdaderos enclaves urbanos, con aspectos más agudos y de naturaleza más crítica respecto de aquellos atribuidos a las metrópolis de países centrales. La generación de espacios estratégicos se produce en Buenos Aires de manera diferenciada y con características específicas, a través de un equipamiento selectivo del territorio y del incremento de sus desigualdades.
Con lo cual, muy recientemente tienen lugar, por una parte, los procesos residenciales que establecen enclaves de alto nivel sobre la extrema periferia, acompañados por la expansión también periférica del terciario avanzado y, por otra, procesos de deterioro central conducentes a la formación de guetos. Como respuesta, surge entonces el concepto de “urbanización cerrada” para conciliar: tierra barata (que aprovecha terrenos de grandes dimensiones), accesibilidad (debido a su proximidad a las autopistas), valores paisajísticos (mediante una evocación a la naturaleza) y seguridad (a través del recurso de la muralla y de la vigilancia privada).
Un fenómeno urbano en expansión
En consecuencia, Buenos Aires se encuentra inmersa en un proceso de reconfiguración territorial caracterizado por: (a) la difusión de un entorno urbano extenso y ajerárquico, fragmentado y discontinuo, que conduce a la deconstrucción de los clásicos conceptos de “centro” y de “suburbio” frente al surgimiento de centralidades de nuevo tipo; y (b) la tendencia hacia una economía de servicios que induce a una gran dispersión espacial de las actividades, impulsada por las innovaciones tecnológicas que desplazan las fuentes de trabajo de las áreas centrales hacia los bordes metropolitanos. Del conjunto de efectos visibles, es preciso subrayar a dos como los de mayor predominancia:
(a) la generación de nuevas centralidades periféricas que impactaron contra los bordes de la ciudad construida y que se materializaron a partir de: 1) una descentralización comercial, principalmente sobre los vacíos intersticiales de la segunda corona y posibilitado por el gran repliegue industrial, y 2) una desconcentración residencial, situada sobre la extrema periferia e impulsada por el desarrollo de los highways (que encubre impensables proyecciones a futuro).
(b) un proceso de recentralización de centralidades existentes, para permitir la expansión de actividades administrativas y financieras a partir de una creciente aportación de capitales transnacionales que “modernizaron” la imagen del antiguo centro con arquitecturas emblemáticas de fuerte impacto visual y económico (cuyo puntapié inicial fue dado por la reconversión de Puerto Madero).
Ambos procesos dieron como resultado una nueva fisonomía urbana caracterizada por: (a) la dispersión periférica, (b) la difusión de subcentralidades, (c) la fragmentación territorial y (d) la discontinuidad de tejidos, como principales factores de motorización de las transformaciones territoriales recientes. Dado que este proceso no ha alcanzado aún su punto de inflexión, la situación planteada si bien por un lado abre numerosos e importantes interrogantes en relación con la evolución futura de Buenos Aires, por otro manifiesta con claridad la presencia de un fenómeno urbano en expansión con consecuencias trascendentes e irreversibles sobre la estructura metropolitana.
Publicaciones sobre el tema
Rupturas y continuidades en el sistema de centralidades
La mutación de enclaves urbanísticos en Buenos Aires
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Ínsulas de riqueza en océanos de pobreza en Buenos Aires
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La modernización tardía de una metrópolis semiperiférica
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Efectos de una modernización tardía en la región metropolitana
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Un crack en la ciudad: Rupturas y continuidades en la trama urbana
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