En el marco del programa de radio “Vivienda en el aire”, el sábado 27 de noviembre de 2010 conversamos con el Arq. Mario Roberto Álvarez, uno de los grandes maestros de la arquitectura argentina. A sus 97 años ejerce con igual entusiasmo y pasión que aquél primer día. Es considerado uno de los más influyentes arquitectos del Movimiento Moderno y fiel exponente de los principios del Racionalismo. El autor del Centro Cultural General San Martín, de la Galería Jardín, de la Torre IBM, de la Torre Le Parc, del Hotel Hilton de Puerto Madero y de la Torre Galicia Central -entre tantos otros- reflexionaba en los siguientes términos.
● Estar en presencia de un Maestro incita primeramente a indagar sobre sus primeros pasos en la profesión, aquellos que iluminaron la senda. ¿Cómo despertó su vocación?
Sin darme cuenta, siempre tuve la vocación de generar volúmenes, edificios, casas, aviones. Era una manera de crear y de producir en maqueta formas que cierren los espacios. Creo que esa fue la idea inicial que disparó mi vocación. Y luego decidí trabajar y estudiar arquitectura para poder ser el empleado de algún arquitecto famoso que me gustara.
● En su discurso existe una constante que relaciona a la arquitectura con la idea de progreso y de evolución. ¿Cuáles son las razones que lo llevaron a tomar esa posición?
La arquitectura, tan claramente como en la medicina, debe permitirse evolucionar en el tiempo. Las innovaciones tecnológicas en la construcción, en función de los nuevos materiales y de la obtención de edificios flexibles, preparados para el futuro y adaptables a los diferentes cambios de uso, permiten que los edificios puedan ser perdurables en el tiempo.
● Frente a la diversidad de corrientes estilísticas que dominan -y han dominado- la escena local, ¿de qué modo definiría a la arquitectura que se produce en nuestro país?
Desde hace algunos años, se ha comenzado a aceptar en nuestro país la existencia como tal de la denominada “arquitectura contemporánea”, como protagonista en sí misma. Desgraciadamente, aún existen algunos nuevos edificios generados por una visión de carácter ecléctico, que basan su desarrollo en aquellas viejas formas generadas en siglos pasados.
● Con sus más y sus menos, Buenos Aires debate un vasto programa de intervenciones a concretar. ¿Cuáles considera que son las grandes obras que la Ciudad necesita?
Algunas de ellas datan de hace tiempo y están postergadas. La primera es la creación de la autopista ribereña, por detrás de Puerto Madero, que es una gran superficie de la ciudad que hoy tiene malos accesos, con estrechos puentes que de vez en cuando se abren. Esta propuesta la aprobó en 1997 la Corporación Antiguo Puerto Madero. Fue la solución que le encontramos. Y no entendemos por qué no se ha concretado. Otras son: ampliar la red de subterráneos, soterrar todo lo posible los ferrocarriles que cortan la ciudad y relocalizar en lo posible el Aeroparque.
● En la Ciudad de Buenos Aires, la idea de relocaliza el Aeroparque parece ser una asignatura saldada hace ya algunos años. ¿Qué es lo que piensa al respecto?
Sí, se debe relocalizar en lo posible el Aeroparque, llevándolo a dos mil metros de la costa, porque el aeropuerto que tenemos no es seguro: la mayoría de los accidentes se producen al aterrizar o al decolar, y el Aeroparque para hacerlo debe sobrevolar población, lo cual es un inconveniente y una posibilidad de peligro. Implica recuperar la idea de aeroisla que ha sido propuesta en 1924 por el Teniente Coronel Torres y que personalmente apoyo desde 1938. La idea de Torres, Le Corbusier y Amancio Williams era hacerlo cerca de la costa. A dos mil metros de la costa existe seguridad total al respecto.
● En las grandes ciudades se ha instalado un fuerte proceso de expansión de villas y de asentamientos. ¿Cómo considera que debiera abordarse tan sensible problemática?
Entiendo que urbanizar las villas es consolidar la usurpación. Mi posición es que las villas deben ser erradicadas. Y así como durante años se las ha dejado crecer, hoy debiera encararse un plan a 30 ó 40 años para -directamente- erradicarlas. Consolidarlas y urbanizarlas es consolidar el robo y la usurpación. Han crecido sin sentido, sin visión de futuro, y la Ciudad debe recuperar esos espacios.
● Ante un escenario cambiante, que requiere de una alta capacidad de adaptación, ¿cómo entiende la formación del profesional para abordar los nuevos desafíos?
Entiendo que corresponde realizar un esfuerzo constante de actualización, no sólo en lo inherente a las nuevas tecnologías sino también a los planteos que formula la globalización, en términos de cambio de paradigmas tanto sociales como económicos y energéticos mundiales. Creo que la ciudad debe crecer y no extenderse sin control alguno. Ciudades conservadoras como Londres así lo están haciendo, porque la tierra es un recurso limitado. Hay que volver a concentrar y hacer todo lo posible para que las torres -y no la extensión de la ciudad- sean la solución habitacional.
● Muchos jóvenes buscan en su profusa obra la inspiración para sus proyectos. Con lo cual, le pedimos un mensaje suyo para todos los estudiantes de arquitectura.
A los colegas jóvenes les digo que deben entusiasmarse y dedicarse con pasión a una profesión que debe ser de las más agradables y completas del mundo. Con esfuerzo, procuren estar siempre actualizados. Y tener en cuenta que la finalización de los estudios no necesariamente los capacita para ejercer la profesión. En general, hacen falta cuatro o cinco años más para ello. Dado que requiere de práctica, siempre recomiendo que -como estudiantes o recién recibidos- trabajen en el estudio de algún arquitecto para terminar de consolidar su formación como profesionales.
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